jueves, 11 de abril de 2013

Vikingos, fiordos, auroras y mucha nieve

Esta semana santa hemos hecho un viaje de los que merecen una entrada en el blog.
Mi blogpañero ya conocía bien Noruega, pero nunca había estado al norte y mi mayor acercamiento a este pais hasta hace poco había consistido en ahumar salmón (y luego comérmelo). Así que ya hacía tiempo que nos apetecía ir juntos. Y por fin me llegó la oportunidad en forma de regalo de cumpleaños, el mejor del mundo (¡¡gracias, Ma!!).

Vamos a hacer lo que nosotros llamamos un Yorokobu (en honor a la revista, que nos encanta). Un reportaje con muchas fotos y poco texto. Porque una imágen vale más que mil palabras.

ETAPA 1: Nuestro viaje empezó en Tromsø, donde nuestro objetivo era cazar la aurora.
Las "northern lights" se resistieron, pero nos enamoramos de una ciudad-isla con rotondas en los túneles y la gente más amable que hemos visto nunca.

Esta es la vista desde nuestro hotel; la parte de la ciudad que está en tierra firme, llamada Tromsdalen (separada por un fiordo de la isla, Tromsøya, que es el centro de Tromso). El edificio triangular iluminado es la Arctic Cathedral, uno de los edificios más representativos de Tromsø.







Para ser turistas de manual hicimos dogsledding, que suena mejor que trineo tirado por perros.

Los perros eran para comérselos (metaforicamente sólo)

Durante el paseo disfrutamos de paisajes increíbles. Llevamos el trineo nosotros mismos y nuestra experiencia cercana a la muerte al volcar el trineo no hizo desmerecer el paseo (...lo siento Ma, yo pensaba que los perros controlaban).

Tuvimos la oportunidad de ver a las crías recién nacidas, y si llego a confirmar que no tenían controlado el número de perrines que tienen me habría traído este dentro de la chaqueta.
Luego nos dieron un estofado de reno y un caldito en una típica construcción Sami.

Después de la experiencia con los perritos nos fuimos a buscar la aurora con una caza auroras profesional, y aunque no apareció la cosa verde (la aurora, no la señora) vimos esta luna (sí, eran las 00:00 y esa luz la luna) y Anja CazaAuroras nos contó historias sobre la aurora la mar de curiosas mientras carbonizábamos salchichas en el fuego. Poco después empezó una tormenta de nieve y tuvimos que desistir en la búsqueda. Balance: una gran noche.

De paseo por Tromsø pudimos hacer fotos como esta gracias al gran manto de nieve con el que amaneció la ciudad.
El museo polar, hogar de osos polares disecados, morsas disecadas, perros disecados, focas disecadas (y muchas otras cosas interesantes relacionadas con expediciones al polo norte) casi enterrado en nieve.
Para despedirnos de Tromsø nos fuimos a comer al que según los locales es el mejor restaurante, Emma's, y bien de precio (bueno, ahí discrepamos con ellos, pero es que tienen otro rasero para medir lo caro y lo barato). Nos comimos el carpaccio de reno de la foto. Nada mal, la verdad.

ETAPA 2: De Tromsø a Trondheim en el avión lechero (con parada en Bodø, como si fuera un autobús, eso sí, con wifi) vivimos una experiencia mística.

Empezó como una rayita blanquecina y acabó llenando el cielo de ondas verdes. Era una aurora débil que no se llegó a ver en tierra firme, pero a nosotros nos dejo con cara de tontos pegados a la ventanilla durante el resto del viaje. 

Este barcazo, el MS Polarlysera el motivo de nuestra visita a Trondheim. Un crucerito de día y medio que nos llevaría a Bergen a bordo del barco de Cocoon 2. Lo de ser los únicos jóvenes no fue impedimento para pasarlo genial en el trayecto. Ayudaron los paisajes y nuestro afán por conocer cada rincón del barco.
Voy a quitarle todo el encanto a esta foto diciendo que es una refinería de petróleo, para devolverle el mérito a Noruega, que con su cielo rosa lo puede embellecer todo.

ETAPA 3: Y llegamos a Bergen. Donde la imágen más típica de la ciudad son las casitas de colores de Bryggen, patrimonio de la Unesco.
Vista de Bryggen desde el puerto. Precioso.

El mirador del monte Fløyen debe ser el equivalente noruego del Café del Mar ibicenco. La gente llega en masa en el Fløibanen (el funicular) para ver esta preciosa puesta de sol sentados en unas grandes escaleras.


ETAPA 4: Nuestro viaje acaba en Oslo, dónde llegamos desde Bergen en un tren desde el que vimos unos paisajes de ciencia ficción (lagos helados, rios cubiertos por nieve a tramos, casitas de colores en la montaña...), alternados con cabezaditas y algún tentempié (el embutido es tu amigo, sobre todo en Noruega)


Quedé a las 14:30, creo que me han dejado plantada





 
Gustav Vigeland fue un escultor Noruego del s.XX que dotó a Oslo de uno de los parques más especiales que hemos visto. El Parque Vigeland tiene unas 200 obras de este artista entre esculturas, enrejados... como la puerta del parque, de la que tenéis un detalle en la foto.

Lo que hace especiales a las esculturas de Vigeland son sus expresiones, totalmente humanas y cotidianas.
Merece la pena visitar el mausoleo de Emmanuel, el hermano de Gustav. Es el secreto mejor guardado de Oslo, hasta el punto de que cuesta trabajo encontrarlo. 
Una sala oscura llena de pinturas preciosas que el propio Emmanuel preparó para albergar su cadáver. Hay que estar al menos media hora allí, que es lo que tarda el ojo en acostumbrase a la oscuridad y empezar a vislumbrar las pinturas que llenan la sala. Im-prezionante.


Vista de Oslo desde el Holmenkollen, una pista de salto de esquí que hace que te tiemblen las canillas al ponerte en el lugar de los saltadores que literalmente vuelan.

En Oslo hay cantidad de museos, todos muy cuidados y muy interactivos, como el Kon Tiki o el Fram sobre expediciones noruegas a través del mar, el Viking Ship Museum donde están los tres barcos vikingos que se conservan hoy y el Folke Museum, mi preferido, el museo de costumbres. Un museo al aire libre en el que se conoce la forma de vida de los noruegos a lo largo de los siglos y a través de sus construcciones. La mayoría de las casas de madera son construcciones reales que han sido trasladadas hasta el museo.

Y como hemos estado allí en Pascua y había diferentes actividades hemos pintado huevos de Pascua, típico, tipiquísimo.

Este señor estaba en una de las casas visitables del Folk Museum y hacía maravillas con un cuchillo y un cacho de madera.


No podíamos irnos del país del salmón sin probar su sushi así que nos acercamos a uno de los restaurantes favoritos de Ma, el Nam Kang Sushi donde degustamos salmón, ostras, carne de ballena y por supuesto gyozas. Todo estaba delicioso (excepto las ostras que están sobrevaloradas).

No me canso de hablar de este país, pero hacemos nuestro lo de "lo poco gusta y lo mucho cansa", así que cerramos ya esta entrada animandoos a visitar Noruega, a comer salmón, a volcar a vuestra pareja en un trineo y a disfrutar todo lo que podáis de este país, que tiene tanto de bonito como de caro.

Si decidís visitar Noruega en Semana Santa tened en cuenta que la mayor parte del país se paraliza esos días y que la mayoría de los comercios y museos cierran o tienen horarios especiales.

[Apunte friki de Ma] Si quereis conocer un poco mas de la cultura vikinga os recomiendo que veais la serie Vikings que narra la historia de Ragnar Lodbrok, uno de los héroes de la epoca vikinga que fue el azote de Inglaterra y Francia.

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